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¿Tu digestión te pasa
factura cada día?
Abdomen hinchado y gases constantes.
Estreñimiento que se prolonga días.
Pesadez y somnolencia post-comida.
Irregularidad digestiva inesperada.
¿Sin gasolina para iniciar o llegar al final del día?
Amaneces cansado, como si no hubieras dormido.
El bajón de la tarde te deja sin fuerzas.
El estrés te vacía, te agota y te pone irritable.
Tu mente va lenta, sin chispa ni foco.
¿Tu cuerpo se enferma con
cualquier cambio de clima?
Te resfrías cada pocas semanas y tardas en recuperarte.
Cualquier cambio de clima trae tos, estornudos o congestión.
Una simple gripe te deja sin energía durante días.
Las alergias se disparan y te agarran desprevenido.
¿No bajas de peso aunque te esfuerces?
Barriga persistente aunque entrenes y cuides la comida.
Antojos de dulce que sabotean cada intento de plan nutricional.
Metabolismo “lento”: quemas pocas calorías y acumulas grasa.
Hinchazón y retención de líquidos que inflan tu ropa en horas.
¿Tus músculos se rinden
antes que tu mente?
Te fatigas a los pocos minutos de entrenar.
El dolor muscular del día siguiente te paraliza.
Sientes que tu fuerza se estancó y no progresas.
Aun con disciplina, no logras definir ni ganar masa magra.
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Los testimonios y beneficios potenciales descritos pueden variar de una persona a otra. El éxito de cualquier protocolo de bienestar depende de factores individuales como hábitos, estilo de vida y constancia.
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